Durante cinco largos meses Laurent Gbagbo (autoproclamado presidente de Costa de Marfil en las elecciones de noviembre de 2010) usurpó el poder al presidente electo, Alassane Ouattara (recluído durante todo ese tiempo junto a su gobierno en un hotel de Abidjan).
Tras una breve pero sangrienta guerra civil,
el 11 de abril de 2011 fue detenido y puesto a disposición de la justicia, cerrando el capítulo más negro de la aún corta historia del país.

viernes, 11 de marzo de 2011

Gbagbo sólo juega en casa

Ayer se celebró en Addis-Abeba la reunión organizada por el panel de cinco presidentes de la Unión Africana destinada a proponer a los presidentes contendientes una solución a la crisis.

Gbagbo declinó la invitación, temeroso de que las propuestas no fueran de su agrado, de ser objeto de una posible "encerrona" y también del cada vez más inestable panorama entre sus propias filas. (los rumores sobre el dubitativo apoyo de algunos sectores de sus fuerzas armadas son crecientes).

 

En los últimos días su ejecutoria ha estado marcada por la adopción de medidas cada vez más radicales, síntoma de los efectos que la estrategia de "estrangulamiento" exterior le está ocasionando:
- la requisa de las sedes de los bancos privados cerrados hace dos semanas y su ilegal "reapertura" por agentes del gobierno, con objeto de gestionar los pagos de salarios del estado;
- el corte, durante unos días, del suministro de agua y electricidad a la zona norte del país, leal a Ouattara,  y la amenaza de hacerlo extensivo al hotel de Abidjan donde se aloja el presidente electo y su gobierno;
- la "nacionalización" de la producción y la exportación del café y cacao, para eludir el embargo oficial decretado;
- la amenaza de ampliar esta medida a otros sectores, en particular a las empresas de suministro de electricidad y agua (CEI y SODECI) y al principal operador de telecomunicaciones, CI Telecom (filial del grupo France Telecom);
- la voluntarista, pero inefectiva, "prohibición" de sobrevuelo a todas las aeronaves de la ONU y de la fuerza francesa Licorne, con el fin de impedir el regreso a Abidjan del presidente Ouattara tras la cumbre de Etiopía, y también de privar de suministros a los moradores del Hotel Golf;
- el asalto militar a la sede de la empresa distribuidora de prensa, que ha ocasionado la ausencia de todos los periódicos hoy en el mercado.
- los asaltos a las viviendas particulares de miembros del gobierno y la administración de Ouattara, a manos de milicianos, acompañados en ocasiones de miembros de las propias fuerzas armadas.

Una estrategia, en fin, digna de un disciplinado émulo de cualquiera de los autócratas de moda (Chaves, Ahmadineyad, Gadafi...).