Durante cinco largos meses Laurent Gbagbo (autoproclamado presidente de Costa de Marfil en las elecciones de noviembre de 2010) usurpó el poder al presidente electo, Alassane Ouattara (recluído durante todo ese tiempo junto a su gobierno en un hotel de Abidjan).
Tras una breve pero sangrienta guerra civil,
el 11 de abril de 2011 fue detenido y puesto a disposición de la justicia, cerrando el capítulo más negro de la aún corta historia del país.

domingo, 16 de enero de 2011

Sobre el volcán

Nada especialmente significativo ha ocurrido en los últimos días que pueda suponer un cambio cualitativo en el proceso de crisis. La situación en lo político permanece bloqueada, lo que en general supone un progresivo deterioro en todos los ámbitos, a expensas de lo que instancias internacionales puedan decidir en los próximos días o semanas:

- la ONU examina en el Consejo de Seguridad el envío de refuerzos, cuantificado en unos 2.000 soldados, ante la escalada de incidentes contra sus tropas provocados por leales a Gbagbo;
- la Unión Europea ha materializado más sanciones, publicando ayer en su Diario Oficial la congelación de bienes a una lista de 87 personas y empresas colaboradoras de Gbagbo;
- la CEDEAO y la Unión Africana continúan sus negociaciones con el objetivo de desalojar a éste del poder, si bien se desvanece por el momento la opción de una intervención militar;
- Francia ha adoptado en los últimos días un "perfil bajo" en la crisis, en prevención de represalias contra sus ciudadanos, y por sus múltiples frentes abiertos (Níger, Túnez, Argelia);
- diversos países (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Canadá, Bélgica) han reconocido oficialmente a los embajadores designados por Ouattara hasta el momento;
- en general la comunidad internacional está dando prioridad a la estrategia del "estrangulamiento económico" (mencionada en anteriores entradas) como única vía para derribar a Gbagbo, si bien difícilmente ésta podría dar sus frutos antes de un par de meses, según todos los observadores.

El gobierno legítimo, con Ouattara a la cabeza, permanece atrincherado en el Hotel Golf, con nulo margen de maniobra, y no cesa de hacer llamamientos tanto a la movilización popular y a la huelga en el ámbito doméstico, con relativo poco éxito, como a la demanda de una acción de fuerza exterior, no atendida hasta el momento.

Entretanto el éxodo de marfileños del oeste hacia Liberia se acentúa, cifrándose ya en unos 30.000 el número de los que han atravesado la frontera. El recuento de víctimas de la violencia puertas adentro, por otra parte, también aumenta, calculándose ya en cerca de 250 los muertos hasta hoy, y sospechándose de la existencia de fosas aún no localizadas, así como de innumerables detenidos de los que poco o nada se sabe.