Durante cinco largos meses Laurent Gbagbo (autoproclamado presidente de Costa de Marfil en las elecciones de noviembre de 2010) usurpó el poder al presidente electo, Alassane Ouattara (recluído durante todo ese tiempo junto a su gobierno en un hotel de Abidjan).
Tras una breve pero sangrienta guerra civil,
el 11 de abril de 2011 fue detenido y puesto a disposición de la justicia, cerrando el capítulo más negro de la aún corta historia del país.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Calma precaria

Es el término más empleado hoy por los medios para describir el transcurso de la jornada. Probablemente no sea más que una corta "tregua" en función de las circunstancias del día: la visita de mediadores internacionales (UA, CEDAO). Y, sobre todo, un espejismo. Las espadas siguen en alto y el país convertido en un auténtico polvorín.

Presión
Diplomática, política, económica, ¿militar?  Es el arma a disposición de la comunidad internacional ante la obsesiva actitud de Gbagbo, aferrado al poder contra toda legalidad a costa del dolor y el sufrimiento de los marfileños.

Francia y la Unión Europea, en boca de Sarkozy ("hasta el fin de semana"), Estados Unidos ("el tiempo se acaba"), la ONU ("alto y claro"), la CEDEAO ("inmediatamente"), en un escrito firmado por los 15 países y enviado por el presidente de Nigeria, y hasta el Primer Ministro de Kenia,  que aboga por una solución militar, han reiterado hoy sendos ultimátums a Gabgbo exigiéndole que abandone el poder, bajo amenaza de sanciones.

Por otro lado, se trata de asfixiar al régimen por la vía económica al ser, a día de hoy, la firma del presidente electo Ouattara la única oficialmente reconocida por el banco central supranacional (la BCEAO) responsable de los pagos del estado, y el resto de entidades financieras internacionales (FMI, etc.). Analistas opinan que por esta vía se le podría "tumbar" en el plazo aproximado de un mes, cuando no pueda afrontar el pago de salarios públicos.


"Parodia de democracia"
Así ha calificado hoy Ban Ki-moon, Secretario General de Naciones Unidas, al régimen de Gbagbo, mantenido exclusivamente por la fuerza de las armas. Abidjan se ha convertido hoy en una ciudad militarizada y aterrorizada, donde se reprime a tiros cualquier conato de agrupamiento, manifestación o marcha, pacífica o no.

En paralelo se ha incrementado la censura de los medios hasta el punto de impedir, físicamente y bajo coacción militar, la impresión y difusión de la prensa "no adicta", que hoy no ha llegado a los quioscos. Como coaccionados y agredidos lo han sido periodistas de medios franceses durante el desempeño de su trabajo. Ambos hechos han sido denunciados hoy en un comunicado de Reporteros Sin Fronteras.

Así están las cosas...